viernes, 29 de octubre de 2010

COMO POTENCIAR LA AUTOESTIMA DEL NIÑO


El afecto, el cariño y la aceptación expresados entre padres e hijos pueden ser considerados una guía de la autoestima, y tienen gran influencia en la forma en que el niño se relaciona con los demás, pues los padres actúan como un espejo donde el pequeño puede “ver” la manera en que es percibido por los otros.


La autoestima es la forma en que las personas se sienten con respecto a sí mismas y cómo se valoran, con determinados aspectos buenos y otros mejorables, y la sensación gratificante de quererse y aceptarse como son por ellos mismos.
Es importante tener en cuenta que durante la infancia los niños son más vulnerables y flexibles, que la autoestima se aprende, cambia y se puede mejorar a través de la estimulación desde el nacimiento. Además, es fundamental la manera en que el pequeño se valora a sí mismo para el desarrollo de la autonomía y los aprendizajes del niño. Todo lo que se consigue en el periodo de la infancia puede marcar su conducta y su postura hacia la vida, en la edad adulta.


Una buena autoestima tiene efectos positivos como la confianza, la autonomía, el ánimo, el interés y el placer de aprender y de realizar sus sueños; por el contrario, un niño que no siente amado y valorado por sus padres, puede desarrollar el miedo de ser abandonado, inseguridad y dependencia hacia sus padres.


¿Cómo ayudar a construir una buena autoestima?

Se le puede motivar al niño para que colaborare en algunas actividades específicas, asignarle algunas responsabilidades de acuerdo a su edad y capacidades, que impliquen su participación e interacción con los demás, y así sentirse útil y capaz de hacer cosas que se valoran en casa; un ejemplo puede ser alcanzarle a mamá un objeto que está cerca del niño, tirar la basura, ayudar a tender la cama; después de hacerlo, siempre reconocer sus logros y agradecer su ayuda.


Es importante también darle la oportunidad al pequeño de que tome decisiones y resuelva algún problema para que aprenda de sus errores de una forma positiva, lo podemos motivar diciéndole “¡sé que puedes lograrlo!”.


También se le puede reforzar positivamente sus conductas, por ejemplo, cuando el niño recoja sus juguetes decirle con cariño y gusto “lo has hecho muy bien” o “gracias”.


Asimismo, se sugieren algunas frases positivas que harán sentir al niño satisfacción, amor, amistad, ganas de mejorar, confianza y que es capaz de hacer las cosas bien; frases como “has sido capaz de hacerlo”, “muy bien, sé que lo harás”, “me siento muy orgulloso de ti ”, “creo lo que me dices, sé que lo harás”, “te mereces lo mejor”, “si necesitas algo, pídemelo”, “te felicito por lo que has hecho”, “te quiero mucho”, “qué bonita sorpresa me has dado”, “sé que eres bueno”, “sabes que quiero lo mejor para ti”, etc.


Lo importante es que el niño se sienta querido y aceptado, pero cuidando con exagerar; la autoestima debe ser positiva, y no más allá de lo real; tan negativo puede ser no demostrarle aceptación y amor, como sobrevalorar sus logros. Por ejemplo, si una niña hace cualquier dibujo en casa, o pinta un libro, y exageramos diciendo “es el trabajo más hermoso”, puede ocasionar que, si la niña sabe que no fue su mejor trabajo, considere que mamá o papá no son sinceros, poniendo en riesgo su credibilidad, o desanimarla para que intente mejorar sus esfuerzos.


Otro aspecto importante es poner límites claros al niño, enseñándole a prever las consecuencias de su conducta, por ejemplo, diciéndole "si no recoges tus juguetes, no podrás usarlos después" y dejar de lado los insultos que no favorecen la autoestima del niño. En lugar de decirle "eres un desordenado, tienes tu recámara como un basurero", es mejor decir "no me gusta ver tu cuarto tan desordenado, me pone muy triste". Así se demostrará que lo que disgusta es el desorden del cuarto, no el niño.


Además, es recomendable no comparar al pequeño con otros niños, incluyendo a sus hermanos; tomar en serio sus deseos, temores, logros, animarle a emprender actividades, demostrarle apoyo y confianza, alabarlo cuando las cosas le salgan bien y también cuando haya intentado hacer las cosas aunque no le resulten.


Cada niño es único y tiene características particulares; si se quiere construir o mejorar la autoestima del niño, se debe considerar su temperamento, sus habilidades, debilidades, mecanismos de defensa, deseos y su nivel de conocimientos; pero más que nada, su necesidad y derecho de ser aceptado y amado; esta necesidad es como el tanque de la gasolina de un auto, que de manera constante debe ser vuelto a llenar; un niño para crecer sano, necesita recibir, también de manera constante, abrazos, besos, palabras cariñosas, de ánimo y aceptación.

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